Al contrario de lo que establece la creencia popular, los productos que encontramos en los congeladores de los supermercados pueden resultar mucho más nutritivos que los alimentos frescos. En este sentido hay que tener en cuenta que mientras los congelados son tratados industrialmente una vez recolectados, los frescos a veces permanecen en un almacén durante varias semanas.
La principal diferencia entre los dos tipos de alimentos estriba en que los congelados son sometidos a una disminución de temperatura, que acaba generando la congelación de su principal componente: el agua. De esta forma se consigue aumentar la vida útil del producto y se asegura su calidad microbiológica, sin que apenas haya alteraciones de las cualidades organolépticas.
Diversos nutricionistas consultados sostienen que en la mayoría de los casos los alimentos congelados pueden contener más vitaminas y minerales que las verduras frescas refrigeradas.